lunes, 17 de noviembre de 2008

Mire la Foto




Just Look (Simplemente, mire), se titula un artículo del cardenal Edward Egan, arzobispo de Nueva York, en la publicación diocesana Catholic New York, con una fotografía de un niño todavía no nacido, de 20 semanas, similar a la que acompaña estas líneas.



Por favor, mire la fotografía con detenimiento. ¿Tiene alguna duda de que se trata de un ser humano? Si no la tiene, ¿duda de que es un ser humano inocente? Si tampoco duda sobre esto, ¿duda de que, en una sociedad civilizada, las autoridades tienen el deber de proteger a este ser humano inocente si alguien quisiera matarlo? ¿Pero qué ocurre con el ser que ha estado en el seno de su madre sólo 15 semanas, o 10? ¿Tiene usted fotografías también de ellos? Yo sí, pero no creo que haga falta mostrarlas. Si el ser de esta página es un ser humano inocente, hay que admitir que tampoco podrá ser matado antes de las 20 semanas, salvo que pueda usted indicar, con pruebas, el punto antes del cual no es todavía un ser humano inocente.Adolf Hitler se convenció a sí mismo y a sus súbditos de que los judíos y los homosexuales no eran humanos. Stalin hizo lo mismo con los cosacos, a pesar de que ambos los habían visto respectivamente con sus propios ojos... Ya es hora de dejar de aparentar que no sabemos que nuestra nación está permitiendo que se mate cada año a más de un millón 600 mil seres humanos inocentes. Cuando los Estados Unidos se libren de los extremistas abortistas, nuestra nación volverá la vista atrás y sabrá que lo que hizo no fue menos abyecto que lo que perpetraron Hitler y Stalin... Hágame el favor de mirar otra vez a la fotografía, y dígame qué cree que espera el Señor de usted y de mí. Mire, y no se absuelva a sí mismo, si rehúsa actuar.


Alfa y Omega 11/XI/2008 (eltestigofiel.org)

Globos



Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por lo tanto no era una persona conocida....


En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.

Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...

Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.

Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro.

¿Subiría tan alto como los demás?

El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro.