domingo, 1 de marzo de 2009

¡SÍ QUIERO: SANA!



El Señor Jesús vive en su Iglesia, y se ha hecho uno con ella para continuar manifestando su amor a todos, por medio de ella, a través del tiempo.


Ciertamente a través del tiempo nos encontramos con muchos que han sido marginados a causa de sus enfermedades o de su pobreza.
Los criterios humanos muchas veces llevan a quienes todo lo tienen a pensar que los débiles son como simples gusanos, indignos de ser tratados como personas.


El Señor Jesús ha venido a dar a toda persona su verdadera dimensión humana, haciéndonos saber que hemos de amar a los frágiles tanto, o más que a nosotros mismos, pues todos somos amados por Dios, y a nadie le ha dado una dignidad superior a causa de las cosas temporales que posea; más aún, al invitarnos a amar a nuestro prójimo nos invita a tomar en serio el camino de nuestra fe, que debe traducirse en obras de amor, pues ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si al final pierde su vida?


Lo único realmente válido en la presencia de Dios es el amor. Sin él la vida de las personas carece de todo significado. Y el amor no puede encerrarse en uno mismo en actitudes egoístas y enfermizas, sino que se ha de expresar hacia los demás como el mejor de los dones que podemos ofrecerles.


Hay muchos que tienden su mano hacia nosotros esperando recobrar su dignidad, o queriendo recibir un poco de ayuda ante sus pobrezas, o un poco de pan para saciar su hambre. No podemos cerrar ante ellos nuestro corazón, sino que a la altura del amor que aquí está a tu disposición todo aquello que te puede ayudar a vivir con dignidad, y también todo aquello que te ayude a caminar con la dignidad de hijo de Dios, libre de toda Dios nos ha manifestado en su Hijo Jesús, también nosotros hemos de devolverle nuestro amor al Señor amando a nuestros hermanos y diciéndoles: Si quiero, opresión del pecado.


El Señor nos pide un poco más de sinceridad en nuestra vida de fe. ¿En verdad seremos capaces de manifestar nuestro amor a Dios preocupándonos por el bien de sus hijos más pequeños?




(Homiletica catolica)