domingo, 23 de noviembre de 2008

Salve Reina de Gracia



La plenitud de gracia en María

Leemos en la Sagrada Escritura que el Arcángel Gabriel la saluda diciendo: “Dios te salve, llena eres de gracia” (Lc. 1,28). Estas palabras manifiestan con toda claridad la santidad completa del alma de María, en virtud de que son irreconciliables el pecado y la gracia, como lo son la luz y las tinieblas. Hemos visto [en el número anterior] que la Virgen Santísima además de no haber contraído el pecado original, tampoco tuvo durante su vida falta alguna incluso venial; por tanto, si en el alma se da la ausencia total de pecado, debe haber en ella la presencia total de gracia, como dice explícita­mente la Escritura con las palabras del Arcángel Grabriel. (Lucas 1:28)


Daniel Sapia
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Lecturas I Domingo Adviento B

PRIMERA LECTURA


¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!

Lectura del libro de Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es <>.Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.iOjalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia.

Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en e1.Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos salvos.

Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.

Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa.

Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y td el alfarero: somos todos obra de tu mano.

Salmo responsorial Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 4)Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.

Dios de los ej6rcitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra planto, y que tu' hiciste vigorosa.

Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, Para que invoquemos tu nombre.
SEGUNDA LECTURA

Aguardamos la manifestaci6n de nuestro Señor Jesucristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,3-9

Hermanos:
La gracia y la Paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.

Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado, el testimonio de Cristo.

De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Palabra de Dios.
Aleluya Sal 84, 8Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
EVANGELIO

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa

Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:-"Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento.Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: !Velad!"

En Adviento miramos al futuro y ensayamos

El futuro es Dios, el juicio es de Dios, el mundo nuevo y el cielo nuevo es obra de Dios.
Y el futuro acabará con la segunda venida de Jesús en su gloria. El futuro no está bajo el control del hombre y por eso vivimos desconcertados. A Dios nadie lo puede controlar. Nadie, a Dios gracias, tiene el mando para hacerle aparecer en la pantalla a su antojo. Hay muchos predicadores que juegan a adivinar la mente de Dios. No les crean.
“Estén preparados y vigilando porque no saben ni el día ni la hora. Es como el hombre que marcha al extranjero y deja su casa al cuidado de sus sirvientes y les da a cada uno un trabajo.”
Nosotros cuidamos la casa de Jesús y nos manda hacer dos cosas:
esperen mi llegada: fieles al trabajo.
estén despiertos: sean mis centinelas.

En Adviento miramos al presente y nos arrepentimos y cambiamos

Hoy, miramos no al árbol sino al que cuelga del árbol, hoy es el día de la paz de Dios.
Hoy, cambiamos, hoy es el día cero de mi conversión.
Hoy, dedico mi tiempo a mi Señor.
Hoy, Jesús no es un recuerdo sino un presencia en mi vida.
Hoy, presente, me dejo cambiar por Jesús, vivo y presente en nuestra asamblea.
Sí, el ayer de Dios cambió la historia y el mundo es para que yo cambie en este día de gracia.

En Adviento miramos al pasado y recordamos

Recordamos la primera venida del Señor. Hace más de dos mil años Dios entró en el mundo, nació, como todos nosotros, de una mujer, pequeño y pobre, como todos nosotros, en un pueblecito insignificante como el nuestro.
Miramos al pasado y recordamos el nacimiento del amor, de la esperanza, el nacimiento de Jesús.
Ese pasado, ese ayer lejano, nos suena, es eso que llamamos la Navidad: el pesebre, noche de paz, misa de gallo, regalos, árbol, año cero...
El pasado está lleno de Dios, lleno de Jesús, lleno de gloria. Adviento mira de reojo al día más importante de la historia, el día en que Dios dijo: aquí estoy para vosotros. Ha nacido un niño y es para vosotros.

Adviento Tiempo de cambio



Un rabino preguntó a sus estudiantes: ¿sabe alguno de vosotros cuándo termina la noche y comienza el día?
Un estudiante respondió: “Cuando ves un animal en la distancia y sabes si es una oveja o un chivo.
Otro dijo: “Cuando ves un árbol en la distancia y sabes si se trata de un cerezo o una mata de plátano”
Cada uno de los estudiantes iba dando ingeniosas respuestas hasta que el rabino les dijo, dejadme que os dé yo mi respuesta. La noche termina y el día comienza cuando miras a la cara de cualquier ser humano y ves la cara de tu hermano o hermana. Si no puedes hacer esto, no importa la hora del día, todavía vives en la noche.
Adviento es tiempo de distinguir a Jesucristo, Príncipe de la luz, rostro del hermano, entre los demás príncipes de este mercadillo humano.
Muchos años atrás, había un anuncio que decía: “Un libro ayuda a Triunfar”.
Nosotros, hoy, al comenzar el año litúrgico abrimos el Libro, nuevo ciclo de lecturas, el ciclo B, y decimos:” Un Libro ayuda a Cambiar.”
Este Libro no nos ayuda a triunfar en los negocios, ni nos salva. Sólo el Señor Jesús salva. Y Jesús no es un libro. Pero con este Libro puede comenzar un cambio y una aventura hacia la vida.
Todos hemos visto, alguna vez, uno de esos pintores que hacen retratos rápidos de las personas en la calle. Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas malolientes. A pesar de su aspecto desastroso fingió gran dignidad. El pintor le dedicó más tiempo del normal y cuando terminó le presentó al hombre su retrato.
“Ese no soy yo” dijo, sorprendido, el borracho cuando se vio bien vestido y sonriendo en el retrato. Y el pintor le contestó: “Pero ese es el hombre que usted todavía puede llegar a ser”.
Al comenzar este tiempo de Adviento, en que preparamos la venida del Señor, la Palabra de Dios nos dice a todos y a ti
que no estás preparado para el retrato porque eres prisionero de las mil trampas de este mundo,
que estás sucio, desilusionado, sin esperanza, sin amor,
que buscas soluciones a tus problemas en el periódico, en el horóscopo o en nuevas aventuras.
La Palabra de Dios te dice: tú puedes cambiar, tú puedes llegar a ser otro.
“Tú eres nuestro Padre, nosotros somos la greda y tú eres el alfarero, todos nosotros fuimos hechos por tus manos”.
Este alfarero te dice, ponte en mis manos, déjate modelar y yo te enseñaré lo que puedes llegar a ser.
¿Quieres cambiar? ¿Quieres estar preparado para la venida del Señor? ¿Quiere vivir este tiempo de espera, de Adviento, sin miedo?
Yo sé que son muchos los que no quieren, los que no se ponen a tiro de la Palabra de Dios, los que no tienen tiempo, los que viven abrumados por el trabajo, el cansancio, los hijos..., los que piensan que es imposible.
La Iglesia nos ofrece a todos nosotros un tiempo nuevo, un tiempo de espera y de esperanza: ADVIENTO.
El Adviento nos recuerda que nosotros no tenemos el control de la historia ni de la vida. Dios tiene el control y nosotros, los creyente, dependemos de Dios, de su poder, de su acción y de su amor.

La Corona de Adviento






Domingo a domingo de Adviento se encienden las luces que anuncian las etapas hasta la Navidad. Este año se sugiere que, como en años anteriores, se coloque en el centro una vela blanca especial para encenderla en Nochebuena y el tiempo navideño. En el primer domingo de Adviento se bendice la corona y, al comenzar cada misa, después del saludo inicial, el celebrante dice la invocación que aquí se propone y, él mismo u otra persona,
enciende la vela correspondiente. Entretanto se puede cantar otra estrofa del canto de entrada o recordar el bello “Himno el Jubileo 2000” a partir de su segunda estrofa.


En este año de San Pablo, la campaña anual se establece a partir del texto tomado de la
carta de Pablo a los Filipenses: “Mi vida es Cristo” (1, 21), que nos muestra el secreto
de Pablo, su esencia más profunda: “Éste es el objetivo del Año paulino: aprender de
san Pablo; aprender la fe; aprender a Cristo; aprender, por último, el camino de una vida
recta” (Benedicto XVI, Audiencia general, 2 de julio de 2008). El Adviento de este año
2008 nos lleva por este camino hasta el nacimiento del Salvador.