jueves, 4 de diciembre de 2008

Lecturas del II Domingo de Adviento



  • Primera Lectura: Isaías 40,1-5.9-11
    "Preparadle un camino al Señor"

    "Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por su pecados." Una voz grita: "En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escraboso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor-." Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: "Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres."

  • Salmo Responsorial: 84
    "Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación"

    Voy a escuchar lo que dice el Señor: / "Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos." / La salvación está ya cerca de sus fieles, / y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

    La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz se besan; / la fidelidad brota de la tierra, / y la justicia mira desde el cielo. R.

    El Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos. R

  • Segunda Lectura: Génesis 2Pedro 3,8-14
    "Esperemos un cielo nuevo y una tierra nueva"

    Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo,¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

  • Evangelio: Marcos 1,1-8
    "Allanad los senderos del Señor"

    Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."" Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."


Pistas para la Homilía

ü Lecturas:

o Profeta Isaías 40, 1-5. 9-11

o II Carta del apóstol Pedro 3, 8-14

o Marcos 1, 1-8

ü El sentido del Adviento es prepararnos para recibir al Hijo de Dios que asume nuestra condición humana. Jesús es punto de encuentro del cielo y la tierra, de la infinitud de Dios y la limitación humana.

ü En este II Domingo de Adviento la invitación para la preparación se concreta en la imagen de Juan Bautista, un personaje muy especial. Hay una total articulación entre la primera lectura, del profeta Isaías, y el evangelio de Marcos.

ü Isaías se refiere a una voz que clama en el desierto; esa voz adquiere un nombre propio en Juan Bautista.

ü Juan es el último de los profetas del Antiguo Testamento y el primer testigo del Nuevo Testamento:

o Es punto de encuentro entre la promesa anunciada por los profetas y la realización de ésta.

o Impacta el ascetismo de su figura, así como la austeridad de su vestido y de su régimen alimenticio.

o El llamado que hace a la conversión sacude a la opinión pública de su tiempo. Tiene la misión de despertar al pueblo, cuya religión se había reducido al simple cumplimiento de unos formalismos.

ü El relato del evangelista de Marcos muestra el desierto como la escenografía donde el Precursor lleva a cabo su misión. Exploremos el significado del desierto desde su dimensión física hasta su carácter simbólico:

o Cuando hablamos de desierto asociamos la imagen con inmensidad, aridez, soledad, sed, animales hambrientos. Ciertamente la imagen del desierto no es poética sino que viene cargada de amenazas.

o Casi una tercera parte de la superficie terrestre está ocupada por el desierto. Y esta amenazadora realidad está aumentando a un ritmo preocupante por causa de la explotación irresponsable de la naturaleza.

o El desierto está devorando tierras que antes se dedicaban a la agricultura y a la ganadería.

o Igualmente, el desierto tiene un simbolismo afectivo; significa la aridez de los corazones, la soledad, la indiferencia, el anonimato que se vive en las grandes ciudades.

o Llama profundamente la atención que esta sociedad de las comunicaciones, donde las TIC son omnipresentes, en la que pasamos horas hablando por los celulares o “chateando” con interlocutores desconocidos, los seres humanos se sienten cada vez más solos e incomunicados a pesar de estar inmersos en una avalancha de palabras…

ü Juan Bautista exhortaba a sus contemporáneos a que cambiaran de vida como expresión de su deseo de prepararse para acoger al Mesías, que inauguraría un nuevo orden.

ü La invitación del Bautista sigue resonando en nuestros tiempos. El llamado a la conversión no es otra cosa que una invitación a introducir profundas modificaciones en la hoja de ruta de los individuos y de la sociedad.

ü La presencia del Hijo de Dios encarnado tiene un enorme potencial para hacer que la muerte se transforme en vida, los desiertos se conviertan en oasis, y los seres humanos construyamos un proyecto de sociedad donde la fuerza dominante no sean los intereses egoístas sino la inclusión social.

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. La recia figura de Juan Bautista es un llamado a la conversión, es decir, a revisar la escala de valores. Vivamos con devoción estas semanas de Adviento como preparación para la Navidad. Que nuestra petición sea “ven, Señor Jesús”.