En efecto, además de darnos la gracia "medicinal" propia del sacramento,
-nos hace ejercitar las virtudes fundamentales de nuestra vida cristiana. La humildad ante todo, -que es la base de todo el edificio espiritual, después la fe en Jesús Salvador y en sus méritos infinitos,
-la esperanza del perdón y de la vida eterna
-el amor hacia Dios y hacia el prójimo
-la apertura de nuestro corazón a la reconciliación con quien nos ha ofendido.
En fin, la sinceridad, la separación del pecado y el deseo sincero de progresar espiritualmente.
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